miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL TIEMPO QUE CONDUCE A LA INTIMIDAD

Además de un número reducido de personas y de la práctica del amor como elementos facilitadores de la intimidad es posible añadir un tercer elemento: el tiempo.
Al examinar los relatos del libro de Los Hechos sobre la primera iglesia es evidente que los cristianos se reunía en las casas no solamente una vez por semana sino que todos los días (Hch. 2:46; 5:42). Y no solamente era una reunión ocasional y breve sino que compartían los alimentos comiendo juntos diariamente.
Obviamente, no se trata de trasladar la cultura mediterránea del siglo I al mundo occidental del siglo XXI; pero, sí es importante aprender la lección de cómo el establecer relaciones de amistad con otros cristianos o nuevos convertidos es un esfuerzo que demanda tiempo. Ese esfuerzo poseía un lugar esencial en la vida de los primeros cristianos.
La organización geográfica del trabajo celular puede ser un factor que facilite la interacción entre miembros de una célula. Ellos pueden tener comunión no solamente durante la reunión de célula sino en el diario vivir. Solamente llegan a conocerse las personas que se compenetran. Y solamente se logran compenetrar quienes reservan tiempo para ese propósito.

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